Antes de acceder a lo que las autoridades definirán más tarde como el « apartamento conspirativo », el cabo Philippe M. tuvo que esperar dos horas. El tiempo necesario para que los obreros apuntalaran el inmueble, para evitar que se hundiera. En la esquina de la calle de la République con la calle Courbillon, en pleno centro de Saint-Denis, el edificio, ya en ruinas, son visibles las huellas del violento enfrentamiento que acababa de producirse allí mismo. Ni rastro de los batientes, ni de los cristales, ni de la barandilla de hierro fundido de una de las ventanas de la tercera planta. Hay restos de sangre seca en la fachada, por debajo de la ventana en cuestión. Más abajo, en la acera, los restos de una cabeza humana –el cuero cabelludo y la parte superior de una columna vertebral–. A un metro, la parte de un rostro sobre el que se aprecia una barba incipiente.
Está suscrito?
Iniciar la sesión
No está registrado?
Registrarse
Elija una oferta de suscripción para leer todo Mediapart.
Registrarse