Con la dimisión de Christiane Taubira, Hollande no solo acaba con toda voz disidente dentro del gobierno, sino también con la de todos aquellos que, en la sociedad, tratan de analizar los acontecimientos. Esta desarme intelectual se ve intensificado con los ataques de Manuel Valls « contra aquellos que buscan explicaciones culturales o sociológicas al terrorismo ». Este anti-intelectualismo camorrista no nos protege nada contra el terrorismo.
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LaLadimisión de la ministra de Justicia francesa Christiane Taubira se produce en un momento político en que este Gobierno no tiene más hábitos de izquierdas de los que desprenderse, ningún compromiso más del que renegar. Para muchos, Taubira encarnaba una cierta apertura al mundo. El gusto por el debate de ideas. Una idea fuerte del Estado de derecho. La memoria viva de la esclavitud. Desde el estrado de la Asamblea Nacional, hizo un extenso alegato –como de costumbre, sin necesidad de recurrir a sus notas– a favor del matrimonio homosexual, que inscribía en « un movimiento general de secularización de la sociedad ». Un auténtico momento histórico, según recogió la prensa al día siguiente, que comparó su discurso a los de Simone Veil, sobre el derecho al aborto, y a los de Robert Badinter, sobre la abolición de la pena de muerte.