Al poner en manos de la justicia iraquí la suerte de los yihadistas franceses, París corre el riesgo de ver ejecutados a algunos de sus ciudadanos, despreciando así sus principios fundamentales. Emmanuel Macron escribía, en 2016, que « un país no ha superado jamás una prueba decisiva renegando de sus leyes fundamentales ni de su espíritu ».
Jean-Yves Le Drian, ministro francés de Asuntos Exteriores, decía el 28 de mayo en France Inter: « Estamos haciendo todo lo posible para evitar la pena de muerte a esos cuatro franceses », en respuesta a un oyente que le preguntaba sobre el futuro de los ciudadanos condenados a la pena capital en Irak por pertenecer a la organización del Estado Islámico (EI). Una semana más tarde, el número de condenas ha pasado de cuatro a doce y ahora París se encuentra enfrentada a sus propias contradicciones.