Si hacía falta una nueva ilustración del coste que la evasión fiscal tiene para los servicios públicos, la del tribunal de Primera Instancia, en el Palacio de Justicia de París, es sin lugar a dudas un ejemplo. El pasado día 12, como tantos otros días, se veía a una Justicia atestada de expedientes y condenada a despacharlo todo ante la falta de medios.
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Si hacía falta una nueva ilustración del coste que la evasión fiscal tiene para los servicios públicos, la del tribunal de Primera Instancia, en el Palacio de Justicia de París, es sin lugar a dudas un ejemplo. El pasado día 12, como tantos otros días, se veía a una Justicia atestada de expedientes y condenada a despacharlo todo ante la falta de medios.
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