Con una participación anunciada a más de un millón y medio de votantes, reajustada después a un modesto millón trescientos mil, el Partido Socialista (PS) está lejos de igualar el resultado de la primaria celebrada en 2011 (2,7 millones de votantes), pero puede salvar los muebles. Esta primaria comenzó bajo condiciones funestas, bajo la hipótesis de la participación de François Hollande, y después con su retirada. Debilitada, además, por las ínfimas posibilidades de que su ganador se convierta en el próximo presidente de la República. Inclinada a la izquierda por el alza de Jean-Luc Mélenchon. Zarandeada hacia la derecha por la aparición en escena de Emmanuel Macron. Esta primaria podría haber sido un fiasco. A imagen y semejanza de la “pasokitasion”, es decir, al derrumbe sufrido por el Partido Socialista de Grecia. Sin embargo, si finalmente la cifra de participación se ciñe a la anunciada la noche del domingo, el PS francés está absolutamente dividido en dos, pero cuenta todavía, en el peor de los ambientes políticos, con un cierto electorado.
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