Luces y sombras de la Justicia francesa

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Uno de los mayores escándalos ocurridos en el país ha quedado reducido a una mera anécdota. El extesorero de campaña de Sarkozy ha sido absuelto de los delitos de « tráfico de influencias » y de « encubrimiento », por el caso de la anciana multimillonaria Bettencourt. No es el único caso llamativo.

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El caso Bettencourt, uno de los mayores escándalos político-financieros de la V República francesa, se ha visto reducido a poco menos que una mera anécdota protagonizada por una anciana desplumada por unos cuantos mercachifles hábiles. Financiación política ilegal, concesión de prebendas y medallas, presiones a la Justicia, escándalo político. De todo ello, no queda ni rastro después del paso de los magistrados-limpiadores. La doble absolución de Éric Woerth, dictada este jueves 28 de mayo –a pesar de la gravedad de los fundamentos de hecho–, así como el sobreseimiento de los cargos contra Nicolas Sarkozy hace unos meses, en el marco del mismo caso –también pese a la gravedad de los fundamentos de hecho–, pone una vez más de manifiesto que la Justicia, como la democracia, está profundamente enferma.