Definitivamente, el cinismo de las argumentaciones de Benjamin Netanyahu y de sus expertos en « elementos del lenguaje », a la hora de tratar de defender sus políticas indefendibles, no tiene límites. Después de acusar al Gran Mufti de Jerusalén, Hadj Amin al-Husseini, de haber sugerido a Hitler la exterminación de los judíos de Europa –patraña indecente desmontada por la historiadora jefe del Memorial Yad Vashem de Jerusalén, Dina Porat, y por el historiador británico Christopher Browning–, el primer ministro israelí vuelve por sus fueros.
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