Cientos de miles de becarios ocupan puestos de trabajo estructurales. Muchas empresas aprovechan esta mano de obra barata gracias a un sistema perverso que se renueva de forma constante y dificulta el acceso de los jóvenes al mercado laboral.
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MartaMarta es ingeniera técnica industrial. Viguesa de 33 años, además lleva detrás unas cuantas becas, todas en la misma empresa. Empezó como estudiante, con 10 meses en el departamento de producción. Allí tramitaba órdenes de trabajo, las pasaba a contabilidad, medía la productividad de la plantilla. Luego vino una segunda, esta vez para titulados con proyecto final pendiente, en el de mantenimiento. Se encargaba de gestionar compras de repuestos, de desarrollar planes para mantener la línea de producción en marcha. Allí repitió con una tercera beca, otra más de un año. Finalmente, tras ser un buen soldado, llegó su turno. Un contrato de ingeniera en prácticas. El sistema funciona.