« ¡Iniciamos un proceso transformador de fondo, de actitud, con visión de futuro! », exclamaba César Camacho, presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI), el 4 de marzo de 2015. El viejo partido de la revolución mexicana, en el poder desde 1919, hegemonía solo interrumpida por la victoria de la derecha entre 2000 y 2012, conmemoraba así sus 86 años ante los principales cargos de la formación. Las palabras de César Camacho, el presidente del partido de Peña Nieto, que dirige el partido desde diciembre de 2012, arrancarían –en el mejor de los casos, una sonrisa– y en el peor –una mueca–, sí el « momento mexicano » prometido por una prensa anglosajona elogiosa y la ilusión de un PRI por fin modernizado y demócrata no se hubiesen esfumado de forma súbita. Porque en los últimos meses, el régimen pasa por un punto de inflexión claramente autoritario.
Está suscrito?
Iniciar la sesión
No está registrado?
Registrarse
Elija una oferta de suscripción para leer todo Mediapart.
Registrarse