Ni los más optimistas esperaban que la de este domingo 12 de mayo fuera una jornada de manifestaciones absolutamente masivas como fueron las convocatorias que, hace dos años, prendieron la mecha de un movimiento que, con su eclosión, agitó el tablero político y alentó una nueva forma de protesta alejada de los agentes sociales tradicionales. Lo cierto es que no lo fueron. Pero el 15-M, con la acción muy descentralizada y el esfuerzo focalizado en luchas concretas como la lucha por la vivienda y la defensa de los servicios públicos, si logró revivir durante algunas horas el espíritu de sus primeros días.
Aunque menos multitudinario –como evidencian las imágenes de la protesta– el 15-M demostró seguir siendo la expresión pacífica de un malestar instalado en la sociedad a golpe de recortes y decretos y el germen de una resaca de movimientos ciudadanos que este domingo sí se dejaron ver en las calles. Trabajadores del sector público, afectados por las hipotecas o las preferentes, jóvenes precarios, parados, pensionistas, familias... volvieron a marchar juntos en manifestaciones pacíficas y reivindicativas.
En su segundo aniversario, los indignados regresaron a la Puerta del Sol –y a otras tantas plazas de más de treinta ciudades que también vivieron manifestaciones– a expresar su rechazo a un sistema que, dos años después, dicen, sigue sin gustarles ni representarles. Los gritos de « ¡Que no, que no, que no nos representan! », « ¡Sí se puede! » o « ¡Lo llaman democracia y no lo es! » volvieron a escucharse en las movilizaciones. Además, entre las múltiples pancartas también podían leerse lemas contra los tijeretazos en sanidad o educación, proclamas contra la reforma de la ley del aborto o consignas contra los desahucios o a favor del derecho a la vivienda.
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