La infancia no les protege. Los jóvenes migrantes, acompañados de sus padres o viajando solos, están particularmente expuestos a los peligros que acompañan la ruta hacia el exilio. Algunos de ellos llegan a su destino, otros son separados de sus familias a lo largo del trayecto, otros muchos desaparecen en la naturaleza sin dejar ningún rastro, otros no sobreviven a la travesía del Sáhara o naufragan en las embarcaciones en mitad del mar Mediterráneo.
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