Los nervios de los políticos venezolanos se ven sometidos a una dura prueba desde la celebración, el pasado 6 de diciembre de 2015, de las elecciones legislativas en la que se impuso una coalición de opositores al presidente socialista Nicolás Maduro: la MUD (Mesa de la Unidad Democrática). Cada decisión que toma el Gobierno o la Asamblea Nacional puede sumir al país en una crisis profunda. Antes de la comparecencia de Nicolás Maduro ante la Asamblea Nacional, el viernes 15 de enero, para presentar el balance anual, periodistas y analistas políticos se temían lo peor: de no acudir, podría significar que no reconocía la Asamblea, que el poder quedaría dividido, el país paralizado. Nicolás Maduro sí fue. Y realizó un llamamiento a un « gran diálogo nacional », exactamente después de haber decretado, mediante su publicación en el Diario Oficial, el estado « de urgencia económica ». El decreto prevé que el Gobierno pueda echar mano a los medios de las empresas privadas y públicas (como los transportes) para garantizar a la población, que tiene que hacer frente a graves penurias, el acceso a los alimentos y a los medicamentos. La oposición, a la que el decreto pilló por sorpresa, de nuevo se ve sometida a la agenda presidencial.
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