« En Pljevlja no queda nadie, todo el mundo se ha marchado ». Quien habla así es Kenan, un joven oriundo de esta ciudad del norte de Montenegro, donde hasta la fecha solía participar, a menudo, en diferentes iniciativas de la sociedad civil. Acaba de completar sus estudios de bachillerato y, en julio, puso rumbo a Noruega, país donde vive ya uno de sus primos. Su objetivo es encontrar un trabajo y, si puede, retomar un día los estudios.
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