Corresponsal el Beirut.- De lejos, un mar de plástico blanco emerge sobre los campos verdes. Al acercarnos, descubrimos una hilera de tiendas, cada una más miserable que la anterior, alrededor corretean niños, no siempre bien vestidos. Con el paso de los meses y después de los años, en el valle de la Becá, al este de Líbano, los improvisados campos de refugiados han ido proliferando en terrenos agrícolas hasta integrarse en el paisaje. Sin embargo, sus ocupantes no consiguen habituarse a las condiciones de vida que les impone el exilio.
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