De nuestra enviada especial al País Vasco y al departamento de Pirineos Atlánticos.- Ya es de noche y hace frío en Irún, pero la frente y la nariz de Aliou* están cubiertas de sudor, una mezcla de gotas de miedo, de rabia y de vergüenza. Pese a encontrarse tan cerca de la meta, este senegalés de 18 años se siente atrapado, como si se encontrase en la orilla equivocada del río que sirve de frontera natural con Francia, a priori la más sencilla de su exilio. No deja de tartamudear mientras cuenta cómo ha sido su jornada: en tres ocasiones, desde primera hora, ha probado suerte en un autobús con dirección a Bayona, pagando su billete, tal y como le recomendaron los voluntarios.
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De nuestra enviada especial al País Vasco y al departamento de Pirineos Atlánticos.- Ya es de noche y hace frío en Irún, pero la frente y la nariz de Aliou* están cubiertas de sudor, una mezcla de gotas de miedo, de rabia y de vergüenza. Pese a encontrarse tan cerca de la meta, este senegalés de 18 años se siente atrapado, como si se encontrase en la orilla equivocada del río que sirve de frontera natural con Francia, a priori la más sencilla de su exilio. No deja de tartamudear mientras cuenta cómo ha sido su jornada: en tres ocasiones, desde primera hora, ha probado suerte en un autobús con dirección a Bayona, pagando su billete, tal y como le recomendaron los voluntarios.
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