Hace días que Macedonia decidió cerrar su frontera con Grecia, pese a que la mayoría de los migrantes se limita a atravesar el país, sin permanecer en él. Miles de refugiados se encuentran bloqueados en el paso fronterizo. Análisis de un país que gestiona, de facto, una frontera exterior de la Unión Europea.
Un nuevo episodio acaecido en la frontera entre Grecia y Macedonia ha venido a demostrar, si es que todavía era necesario, la determinación que presentan los migrantes y lo absurdo que resulta la política de cierre de fronteras. El lunes 14 de marzo, después de varias horas de marcha para eludir el cierre fronterizo ordenado por Skopje, varios cientos de migrantes cruzaban las aguas crecidas de un río con el fin de alcanzar suelo macedonio, donde les aguardaba el ejército. Según las autoridades de Macedonia, estas personas serán deportadas a Grecia, sin precisar dónde, ni cómo, ni el marco jurídico que les asiste. Algunas incluso fueron obligadas a volver por donde había venido, a pie.