A las pocas semanas del último bombardeo, Gaza está en ruinas. 55.000 edificios fueron destruidos, se amontonan los cascotes y la población permanece incrédula ; las labores de reconstrucción costarán más de 5.000 millones de dólares. Una cifra que resulta utópica, todo ello a pesar de los esfuerzos de la ONU.
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DeDe nuestro enviado especial en Gaza. De noche, Gaza puede llamar a engaño. A eso de las 8 de la tarde, poco después de ponerse el sol, los barcos abandonan el puerto para alinearse armoniosamente en la costa. Encienden las luces halógenas que atraen a los pocos peces que se aproximan tanto a la orilla. Al mirar estos farolillos inmóviles, solo un ojo avezado es capaz de detectar de inmediato los barcos de los guardacostas israelíes, apostados detrás de los pescadores en la Franja de Gaza para impedirles que se alejen demasiado del puerto. Aunque para ello tenga que abrir fuego sobre las embarcaciones, como sucede cada mes, oficialmente por temor al tráfico de armas o al contrabando.