Una semana después de la victoria del nuevo partido Azul y Blanco de Benny Gantz en las elecciones legislativas, es el derrotado Benjamin Netanyahu, líder del Likud, el designado por el presidente israelí Reuven Rivlin para formar gobierno. Descartado por los votantes, rechazado por las principales figuras de su propio partido por su comportamiento político sin escrúpulos (procesado por corrupción, abuso de confianza y malversación de fondos), Netanyahu se ha beneficiado de un sistema político que agoniza, de la mediocridad de su rival y de la falta de una oferta política alternativa creíble para encontrarse en condiciones de conservar el poder que ejerce ininterrumpidamente desde hace más de diez años.
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