En un punto coinciden los dirigentes políticos y expertos consultados tras el 24-M: casi nada es lo que parece. Ni la catástrofe del PP ha sido tan definitiva como aparenta su pérdida de poder institucional ni el PSOE tiene motivos para la autosatisfacción en términos de apoyo electoral. La « segunda vuelta » que suponen las elecciones generales estará condicionada al menos por tres factores: los pactos, Cataluña y las políticas públicas que en los próximos meses apliquen Manuela Carmena y Ada Colau en Madrid y Barcelona.
En un punto coinciden todos los dirigentes políticos y expertos consultados tras el 24-M: casi nada es lo que aparenta a primera vista, y tanto los partidos (emergentes o veteranos) como sus líderes dependen de su propia capacidad de acierto y error para cosechar lo que han sembrado o para perder definitivamente los restos de los menguados graneros electorales. Todos corren riesgos serios y cuentan con muy poco margen (máximo hasta noviembre con el verano por medio) para definir y consolidar el papel que jugarán en una próxima legislatura que se augura apasionante, compleja, quizás refundacional y, probablemente, breve.