El transporte aéreo, un auténtico sector fetiche del neoliberalismo desde Ronald Reagan, vive una situación límite: las compañías aéreas gritan socorro y los gobiernos de la UE aseguran estar dispuestos a nacionalizarlas. ¿Es el sector aéreo el símbolo de lo que nos espera?
Esta semana será clave para el futuro del mandato de Emmanuel Macron. La compañía de ferrocarril (SNCF), Air France, Carrefour, las universidades... los bloqueos se multiplican en Francia. Para el poder, todos ellos tienen su origen en un miedo irracional al « mundo nuevo ». En la práctica, lo que amenaza al presidente es más bien el desgaste del viejo discurso sobre la austeridad.
Los pilotos no son los únicos que rechazan el plan propuesto por la dirección de Air France. La empresa se enfrenta a una reestructuración masiva desde 2009. Y por una buena razón: la aerolínea navega en un mercado europeo maltrecho, que se ve acorralado por las compañías de bajo coste y sus competidores directos del Golfo Pérsico, que reciben jugosas subvenciones públicas en sus respectivos países.
Dos directores a la fuga evacuados de la sede de Air France, camisas y trajes hechos jirones. Una imagen terrible para los sindicatos de la aerolínea. Pero, sobre todo, una imagen de la frustración de su personal ante la amenaza de más de 2.900 despidos.
Durante la asamblea general de la aerolínea Air France, dos empleados de Flying Food, cliente y socio de la compañía francesa, pusieron entre las cuerdas a sus accionistas. Después de hacer oídos sordos durante meses, la administración ha prometido presionar a la sociedad estadounidense para que respete los derechos de sus trabajadores.