Durante una semana, vimos la santa misa televisada del régimen chino, el informativo de las 19.00 horas que se emite a diario en todos los canales del país. Xi Jinping, presidente de la República Popular China, es omnipresente. Después de derrotar al virus, el partido estatal se prepara para un mañana más brillante. Mientras que las informaciones catastróficas se suceden en el extranjero, especialmente en Estados Unidos.
Durante su mandato, el presidente de Estados Unidos se lanzó en una nueva guerra fría con Pekín. Durante la campaña electoral, su rival demócrata no ocultó su voluntad de mantener una política de confrontación a través de un frente unido formado por sus aliados.
La Ley de Seguridad Nacional impuesta por Beijing, lejos de restaurar la estabilidad, ha reavivado la incertidumbre. El texto no sólo socava las libertades, sino también el sistema judicial y jurídico de Hong Kong, responsable de la reputación del centro financiero internacional.
Varios países asiáticos, entre ellos Hong Kong, Singapur, Taiwán y Corea del Sur, han desplegado equipos para localizar de forma sistemática a las personas que han estado en contacto con portadores del Covid-19. Este método, a veces intrusivo, permite romper las cadenas de transmisión del virus y ganar cierta ventaja.
El miércoles 12 de febrero, los locales de la editorial Gallimard fueron registrados. En el marco de una investigación judicial por « violación de menores » de menos de 15 años, las autoridades policiales buscan pasajes censurados de las obras de Gabriel Matzneff, y se interrogan sobre la posible implicación del editor y compañero de viaje por Filipinas del escritor, Christian Giudicelli.
Tras un proceso expeditivo, nueve habitantes del pueblo de Wukan acaban de ser condenados a penas de prisión firme. En 2012, las reivindicaciones de los lugareños para recuperar sus tierras fueron escuchadas por las autoridades y llamaron la atención de los medios de comunicación internacionales. A día de hoy, esto no es más que un lejano recuerdo.
Este 2015 ha supuesto un antes y un después en la revolución silenciosa que conduce el nuevo hombre fuerte de la República Popular China. La inclinación política y el hecho de ser percibido como una amenaza representan los dos criterios principales utilizados por el régimen para aplastar a sus adversarios.
En una entrevista para Mediapart, el investigador chino Xin Wang describe el puerto de Tianjin como el « principal punto de entrada y salida de mercancías y materiales de producción en la gran región pequinesa ». Allí fue donde, el pasado 12 de agosto, las explosiones dejaron al menos 114 muertos.
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