El asesinato de George Floyd, un hombre negro de Minneapolis, por la policía, ha desencadenado un movimiento de protesta histórico en Estados Unidos. Más de 140 ciudades se han convertido en el escenario de manifestaciones a veces violentas. La primera potencia mundial, socavada por la desigualdad y la crisis económica, redescubre dramáticamente, en medio de una pandemia, el alcance de sus tensiones sociales y raciales, exacerbadas desde la cúspide del Estado por un presidente incendiario.
Por primera vez en décadas, el presidente norteamericano no ha ejercido su derecho de veto sobre la resolución que condena la colonización israelí de Cisjordania. La decisión representa una victoria diplomática simbólica para los palestinos que no cambia en nada su suerte actual, pero que puede facilitar el boicot de los productos procedentes de los territorios ocupados.
El miedo ha sido la principal motivación de los votantes de Clinton y Trump. El capitalismo salvaje y globalizado ha desvanecido la esperanza que encarnó Obama.
El primer debate presidencial, entre Donald Trump y Hillary Clinton, se desarrolló sin grandes sorpresas el lunes 26 de septiembre. Mientras el candidato republicano fue desgranando uno por uno los asuntos de campaña que más éxitos le han reportado, la aspirante demócrata presentó propuestas serias con la esperanza de seducir a los indecisos.
La noche del sábado al domingo, 50 personas perdieron la vida en una discoteca gay en Orlando, Florida, en Estados Unidos. El ataque ha sido reivindicado por el Estado Islámico.
Después de criticar el acuerdo nuclear iraní para obtener de Estados Unidos un aumento de la ayuda militar a Israel, el primer ministro israelí trata de imponer la idea de que existe un vínculo entre el terrorismo del Estado Islámico y los últimos ataques palestinos para justificar el abandono del proceso de paz.
Los ataques aéreos, las operaciones secretas y los esfuerzos diplomáticos no terminan de dar sus frutos. Tras la matanza de San Bernardino, al Gobierno de Obama le llueven las críticas, pero nadie parece ser capaz de proponer una alternativa viable.
The Intercept tuvo acceso a numerosos documentos que detallan la política de ejecuciones selectivas de Estados Unidos. La investigación pone de manifiesto la dependencia total del ejército estadounidense vis-à-vis de las nuevas tecnologías, poniendo en peligro la vida de cientos de civiles. En una operación realizada entre enero de 2012 y febrero de 2013 en el noreste de Afganistán, cerca de 200 personas murieron, solamente 35 formaban parte de los objetivos preestablecidos.
Los disturbios de Baltimore han vuelto a situar en el centro del debate público la violencia policial y el racismo. Jonathan Holloway, historiador especializado en la cuestión afroamericana, de la Universidad de Yale, aporta en esta entrevista algunas claves para entender mejor la realidad norteamericana.
La trascendencia del acuerdo político alcanzado el pasado 2 de abril en Lausana (Suiza), entre Irán y sus seis interlocutores (Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia, China y Alemania) está por ver. Si bien deja la puerta abierta a un nuevo Oriente Próximo, se topa con la hostilidad de Israel, de los conservadores iraníes, los republicanos americanos y las monarquías del Golfo.
El embargo, bloqueo o llámele como usted quiera al que Estados Unidos tenía sometido a Cuba desde hace más de medio siglo era uno de los mayores disparates de la política internacional. No es sólo que fuera cruel, injusto y condenado por la mayoría de la comunidad internacional, es que, además, era contraproducente y contrario a los intereses de Estados Unidos.
Estados Unidos celebraba este martes sus comicios « de mitad de mandato » para renovar la Cámara de los Representantes y un tercio del Senado. Todo apunta a que la victoria será para los republicanos, tras una campaña mediocre que ha costado casi 4.000 millones de dólares. El triunfo de la derecha puede traducirse en la parálisis del presidente Barack Obama y del Congreso.
En este póker diplomático, el rifirrafe entre rusos y americanos a propósito del caso Snowden esconde algo esencial que nos concierne a todos: la extensión del estado de excepción bajo una apariencia democrática tomando como coartada la Patriot Act o Ley Patriótica, puesta en marcha en Estados Unidos en el otoño de 2001 supuestamente para luchar contra el terrorismo. La batalla para hacer retroceder esta situación se juega aquí, en Internet.
La decisión de Barack Obama de compartir la responsabilidad de un ataque contra Siria con un Congreso hostil es brillante. No solo les fuerza a asumir la corresponsabilidad del resultado de la intervención, sino que obliga a la derecha republicana más recalcitrante a elegir entre dos males: ¿está usted con el presidente de EEUU o con un dictador que gasea a su población civil? Un callejón sin salida para la extrema derecha.
El presidente de EEUU se ve sumido en una cadena de escándalos de espionaje generalizado. Periodistas y ciudadanos asisten incrédulos a las revelaciones de los medios de comunicación, que dibujan a una Administración obsesionada con controlar las comunicaciones en la Red.