Tras un año de fuertes movilizaciones, el politólogo Manuel Cervera-Marzal analiza el creciente recurso a la desobediencia civil. Esta contestación popular ha sido adoptada por movimientos heterogéneos, que agitan un régimen representativo anquilosado.
¡Mejor la formación de extrema derecha Agrupación Nacional que el movimiento social! Tras haber reprimido violentamente sus protestas, Emmanuel Macron tiene la intención de despedir a los « chalecos amarillos » mediante la promoción electoral de la extrema derecha, como si se tratase del único adversario de su política. Esta política de lo infame es un paradójico tributo a la novedad democrática y social del movimiento.
La fábula del ataque al hospital parisino Pitié-Salpêtrière por una horda de manifestantes violentos durante la manifestación del 1 de mayo, es la mentira de más de un poder que niega la realidad de su impopularidad. Su deriva autoritaria lo convierte en cómplice de lo peor: la ruina de toda ética democrática. Mentiras y represión son las dos caras de una misma política de humillación y negación contra aquellos que, haciendo uso de su condición de ciudadanos, han salido de su aislamiento y soledad para defender la causa común de la igualdad.
El incendio de Notre-Dame perturbó la agenda del presidente de la República, obligándole a posponer sus anuncios destinados a clausurar el « gran debate ». Mientras tanto, varias de sus medidas terminaron filtrándose en los medios, rompiendo el único interés político del ejercicio: la sorpresa. Este jueves 25 de abril, Emmanuel Macron se dirigirá a la prensa para aclarar y detallar sus reformas económicas y sociales.
La decisión de movilizar las tropas, el sábado 22 de marzo, para contener las manifestaciones de los « chalecos amarillos » en París, no tiene precedentes desde las grandes huelgas de 1947-1948. Año tras año, los movimientos sociales son criminalizados y las libertades ultrajadas. Hombre sin límites y sin memoria, Emmanuel Macron traspasa una nueva frontera.
Oficiales de la Policía Judicial de una comisaría parisina denuncian « instrucciones ilegales » de su jerarquía, en particular durante las manifestaciones de los « chalecos amarillos ». En un email que Mediapart ha podido consultar, aparece escrito que, bajo las órdenes de la Prefectura de Policía de París, los detenidos deben ser puestos sistemáticamente bajo custodia policial.
El odio absoluto del otro, el antisemitismo no es una variante del racismo, sino su núcleo duro. Toda indulgencia, relativismo o negligencia frente a sus manifestaciones abre la vía a la jerarquía de las humanidades. Toda instrumentalización política de esta causa suprema, la debilita, corriendo el riesgo de llegar a desacreditarla.
En España, en Grecia e Italia, los años de austeridad han visto surgir -y, a veces, desinflarse– movimientos sociales y fuerzas políticas. La movilización francesa despierta curiosidad, a veces empatía y fascinación, pero también desconfianza, en estos países europeos.
La tarde del domingo 27 de enero, la « marcha por la República » convocada por los « pañuelos rojos » desfiló en el centro de la capital francesa para evitar que la democracia y la representación sean « confiscadas » por los chalecos amarillos. « Nosotros también somos el pueblo », se convirtió en uno de los principales eslóganes de los 10.000 manifestantes que acudieron a la cita, según las cifras de la Prefectura de París.
Este 2019, las ausencias marcan el Foro de Davos. Por primera vez desde su creación en 1971, no habrá ninguna delegación de representantes estadounidenses. El presidente chino también ha anulado su visita, al igual que la primera ministra británica debido al Brexit o Emmanuel Macron por la crisis social protagonizada por los « chalecos amarillos ». Algo parece haberse roto, quizás de forma irremediable, en el relato de la mundialización feliz.
A partir de una revuelta contra el alto costo de la vida, el movimiento de los chalecos amarillos conlleva la exigencia de una respiración democrática, del compartir y del intercambio, en lugar de la verticalidad presidencial. Responder a ella con más represión es demostrar su debilidad y su irresponsabilidad. Sí, su irresponsabilidad, porque lejos de apaciguar y unir a la gente, así es como dividimos y agravamos.
El mejor aliado del poder frente a los « chalecos amarillos » es la extrema derecha, cuya acción antisemita y racista arruina las exigencias democráticas y sociales del movimiento. La responsabilidad de la izquierda es, a partir de ahora, decisiva para evitar este frente a frente mortífero. Pues, a fuerza de divisiones y precauciones, la izquierda corre el riesgo de perderse este acontecimiento.
Los grandes partidos, de izquierdas y derechas, quieren demostrar que son los más indicados para sacar adelante el referéndum de iniciativa ciudadana que reclaman los « chalecos amarillos ». La batalla, marcada por las ambigüedades, se centra en la mejor manera de implicar más directamente a los franceses en la vida democrática.
Ante la presión de los llamados « chalecos amarillos », el Gobierno de Emmanuel Macron asegura defender la bajada impositiva, uno de los principales reclamos del movimiento. Una retórica que lo único que hace es alimentar una movilización hostil al Ejecutivo y que resta legitimidad a los impuestos obligatorios.