En los últimos cuatro años, la mayoría de los ataques terroristas que han golpeado a Francia se han llevado a cabo con un arma blanca: requieren pocos medios y son difíciles de detectar. Estos ataques han tenido un efecto considerable, como lo demostró el último atentado en Niza la mañana de este jueves.
¿Qué dicen los investigadores e investigadoras que se encargan de la formación laica y de la enseñanza de educación moral y cívica en Francia tras el asesinato, el pasado viernes, de un profesor en un ataque islamista? ¿Y qué hay de los debates y las fuertes tensiones que a veces salpican a la escuela cuando se aborda la laicidad, el islam, Charlie Hebdo y las caricaturas del profeta Mahoma? Mediapart entrevista a cuatro expertas que llevan varios años trabajando en este ámbito para reconstruir sus experiencias en el terreno.
Ni rastro del espíritu corrosivo de Charlie Hebdo, ni del espíritu integrador del 11 de enero de 2015, una marcha histórica contra el terrorismo. Tres años después del atentado contra el semanario satírico, la jornada conmemorativa, bautizada con el lema « Siempre Charlie », dejó la « memoria » en un segundo plano. Ahora, el espíritu Charlie Hebdo se ha convertido en la bandera de un nuevo espacio político y mediático cuyo « combate » cultural se resume en la defensa de la laicidad.
He ahí la cuestión que nos planteamos después de estas disparatadas semanas de maniobras políticas y mediáticas en contra de nuestro diario. Estas líneas no pretenden más que tratar de ofrecer una respuesta, mientras Manuel Valls reclama que se nos excluya del debate público. En esta trama, Mediapart sólo es un síntoma: el de un país que sigue sin tener clara ni su cultura democrática ni su identidad plural.
Farid Benyettou fue el primer mentor de los hermanos Kouachi, que asaltaron la sede del semanario satírico francés hace ahora un año. El predicador que antaño defendía la yihad en Irak condena ahora los atentados en Francia, hasta el punto de ser considerado un traidor en los entornos islamistas.
Los atentados de enero nos obligan a pasar a la acción. No a las políticas del miedo, partidarias de que entremos en guerra, sino a las políticas de la igualdad, democráticas y sociales que, por sí solas, podrán hacer remitir la necrosis de la esperanza de la que se nutre la guerra de las identidades.
Los autores de la masacre cometida en el semanario Charlie Hebdo, los hermanos Kouachi, crecieron sin familia, internos en un centro educativo del centro de Francia gestionado por la Fundación Claude-Pompidou y dejados a su suerte al cumplir la mayoría de edad. Mediapart ha recogido el testimonio de uno de sus antiguos amigos, que les perdió de vista en 2001. Este es el relato de una vida cercenada.
Olivier Roy, un reputado islamista francés y profesor en el Instituto Universitario Europeo, donde dirige el Programa Mediterráneo, aborda en esta entrevista aspectos clave tras los atentados de París.
Se acepte o no la idea de que el atentado cometido contra el semanario Charlie Hebdo es el 11 de septiembre francés, no está de más evaluar las nefastas consecuencias, para EEUU y para el mundo, de las decisiones tomadas por la Administración Bush en un clima de temor : leyes antiterroristas, guerras y unidad nacional forzada.
Las demandas de los manifestantes eran múltiples pero tienen un objetivo común : elevar el debate público. Ahora la responsabilidad recae en manos del Gobierno y todo ello pese a que, desde 2012, tanto François Hollande como Manuel Valls han hecho oídos sordos a las reclamaciones del pueblo francés.
Entre 2011 y 2014, los dos autores del atentado cometido en el semanario Charlie Hebdo estuvieron sometidos a escuchas telefónicas y seguimientos. El pasado verano, la policía suspendió los controles ante la falta de pruebas de la vinculación de los hermanos Kouachi a actividades terroristas.
Las acciones terroristas que siguieron a la masacre de Charlie Hebdo evidencian la existencia de un grupo organizado que no se limita a los hermanos Kouachi. Según los documentos a los que ha tenido acceso Mediapart, una investigación de 2010, a raíz del intento de fuga del responsable de los atentados de París de 1995, dejaba ya entrever sangrientas “operaciones mártires”.
Se respira un ambiente extraño en el metro de la capital. Franceses, belgas, españoles, argelinos, cristianos, judíos o musulmanes se amontonan en el mismo tren, y todos se dirigen al mismo destino : la marcha por la libertad de prensa, de expresión y contra la violencia.
Nosotros no nos manifestaremos con François Hollande, Angela Merkel, David Cameron, Mariano Rajoy, Matteo Renzi, Nicolas Sarkozy o Brice Hortefeux, en esta unidad confusa que hace las veces de unanimidad petulante y, por tanto, carente de sentido y, sobre todo, de proyecto. ¿ Debe esto disuadirnos de manifestarnos ? En absoluto. Al contrario, este despertar de la sociedad se acompañará del despertar de nuestro debate público.
Las fuerzas de seguridad francesas liberaron en la tarde de este viernes 9 de enero al rehén que mantenían secuestrado los terroristas que asesinaron el pasado miércoles a 12 personas en el atentado contra el semanario satírico Charlie Hebdo. Los hermanos Chérif y Said Kouachi fueron abatidos por unidades de élite. La policía también acabó con la vida del hombre que se había atrincherado en un supermercado con varios rehenes, cuatro de los cuáles han fallecido.