La absolución del expresidente de Costa de Marfil Laurent Gbagbo es, sin duda, un fiasco demasiado grande de la Corte Penal Internacional. La institución, que acumula escándalos y presenta un balance judicial casi nulo, se encuentra más desacreditada que nunca. El nombramiento de un nuevo fiscal general el próximo año puede ser una ocasión de oro para reconstruir este pilar de la justicia internacional.
La Corte Penal Internacional (CPI), con competencia para juzgar los crímenes de guerra, ha esperado hasta 2016 para condenar, por primera vez, a autores de delitos sexuales en zonas de conflicto. A las múltiples disfunciones de la Corte, marcadas por las decisiones del primer fiscal Moreno-Ocampo, se suman los intereses políticos, incompatibles con el fin de la impunidad. Una investigación realizada en el marco de la operación « Zero Impunity ».