¿Qué pasaría si la polarización en Estados Unidos enfrentara a la clase dirigente y a los ciudadanos tanto como a los demócratas y los republicanos? Hoy en día, el sistema político e incluso la Constitución ya no pueden canalizar o dar forma a la opinión popular.
Las audiencias públicas celebradas en el Congreso de Estados Unidos han permitido demostrar la corrupción de la Administración Trump. A este drama televisivo se suma otro, esta vez político: si el presidente y sus acólitos pisotean los hechos, valiéndose de ficciones paralelas, ¿para qué sirven los contrapoderes?
Dos años después de la elección de Donald Trump, los demócratas recuperan el control de la Cámara de Representantes. Pero en un contexto de movilización histórica, los republicanos conservan el control del Senado. El presidente estadounidense ha conseguido limitar los daños.
No cerraron los presupuestos a tiempo y, por ello, en Estados como Illinois, Nueva Jersey y Maine, los servicios públicos permanecen cerrados desde el 1 de julio. El rechazo al compromiso y el temor político a tener que rendir cuentas, ante un electorado furioso, provoca situaciones de bloqueo irremediables.
¿Y si la batalla Trump-Clinton no terminase este martes día 8, sino que continuara los próximos años? Se trata de una posibilidad real. Cadena de televisión o partido político, la capacidad de hacer daño del candidato republicano no es pasajera.
Como cada cuatro años, las elecciones a la Casa Blanca se deciden en un puñado de Estados: Florida, Ohio, Carolina del Norte… Y Trump y Clinton han adoptado estrategias radicalmente distintas para hacerse con esos territorios.
El primer debate presidencial, entre Donald Trump y Hillary Clinton, se desarrolló sin grandes sorpresas el lunes 26 de septiembre. Mientras el candidato republicano fue desgranando uno por uno los asuntos de campaña que más éxitos le han reportado, la aspirante demócrata presentó propuestas serias con la esperanza de seducir a los indecisos.
La campaña de las presidenciales norteamericanas, marcada por la impopularidad de los dos principales candidatos, también pasará a la Historia por el auge de dos pequeñas formaciones que seducen al electorado joven: el Partido de Los Verdes y el Partido Libertario. Sus candidatos suman más del 10% en intención de voto, en detrimento de los demócratas.
Donald Trump y Hillary Clinton arrasaban el pasado miércoles en las primarias celebradas en Nueva York. Sin embargo, mientras que en las filas republicanas el clima interno es cada vez más hostil, entre los partidarios de Trump y de Cruz, en el Partido Demócrata, la candidatura de consenso Sanders-Clinton no se descarta.
Las primarias de New Hampshire han dado la victoria al demócrata Bernie Sanders frente a Hillary Clinton y a Donald Trump frente a sus contrincantes republicanos. Y, pese a que a menudo se les compara, no comparten ideología, métodos ni ambiciones.