Las perturbaciones en todo el sistema de producción mundial, tras la crisis sanitaria, han provocado una repentina subida de los precios. ¿Se trata de una inflación transitoria, como defienden los bancos centrales? ¿O es un peligro subestimado, como denuncian los opositores que piden un cambio rápido de las políticas monetarias?
Según varios trabajos del Fondo Monetario Internacional, la era post-coronavirus será probablemente una época de gran malestar social. Una advertencia que la situación económica parece confirmar, pero que muchos dirigentes ignoran.
Al basar su gestión de la crisis sanitaria en la responsabilidad individual, el Gobierno no adoptó medidas de confinamiento y, por lo tanto, limitó las consecuencias de esta crisis en su economía. Sin embargo, la mortalidad fue una de las más altas de Europa, en particular en las residencias de ancianos.
La crisis económica que se avecina tras la crisis sanitaria tiene un potencial devastador al afectar particularmente al sector de los servicios y al redefinir nuevas reglas de funcionamiento del capitalismo. El coste social podría ser muy alto.
Tan pronto como el confinamiento empieza a aligerarse, las élites económicas comienzan ya una ofensiva contra las 35 horas laborales, su vieja obsesión. Pero esta demanda no está solo basada en motivos económicos, sino en un futuro ataque generalizado contra el actual estatus del mercado laboral.
Aunque, hasta ahora, los efectos de la epidemia son muy limitados en Grecia (134 fallecidos), las autoridades sanitarias se muestran prudentes ante la fragilidad de un sistema hospitalario marcado por brutales recortes. El Gobierno conservador de Mitsotakis debe prepararse para una segunda crisis, esta vez económica, que incluiría nuevas medidas de austeridad.
A medida que la epidemia se propaga a un ritmo exponencial, las consecuencias de una economía mundial paralizada son cada vez más asombrosas. La burbuja de la deuda privada está a punto de estallar, a pesar de los desesperados intentos de la Reserva Federal de Estados Unidos.
La epidemia del coronavirus está provocando un cortocircuito en la economía mundial. El petróleo, los mercados financieros, todo se hunde. « Nos enfrentamos al momento más crítico desde la crisis financiera », advierte un estratega.
Presentado hasta ahora como modelo, los fondos de pensiones holandeses se encuentran en verdaderos aprietos. La política de los intereses negativos del BCE emerge como la principal responsable de este malestar. La gran presión ejercida sobre los sueldos desde hace treinta años, que destruye los sistemas sociales, corroe ahora el sistema financiero.
Las tensiones sociales en el mundo convergen en varios puntos comunes: el rechazo de las desigualdades y la pérdida de control democrático. El motor de las protestas podría ser la falta de pertinencia del neoliberalismo para dar respuesta a los desafíos actuales, agravando su propia crisis y abriendo la puerta al enfrentamiento.
En esta entrevista concedida a Mediapart, Joseph Stiglitz, que publica una nueva obra en Francia, explica por qué el presidente estadounidense es un síntoma de la crisis del neoliberalismo, pero también constituye una amenaza para los valores de Estados Unidos.
El riesgo de recesión se precisa en Alemania. El avance tecnológico adquirido en los años noventa se ha reducido y ha derivado en una reducción de las exportaciones. El Gobierno sigue comprometido con su política de equilibrio presupuestario, y únicamente considera la posibilidad de permitir que el déficit aumente ligeramente.
A punto de dejar la presidencia del BCE, Mario Draghi está dispuesto a restablecer una política monetaria no convencional a partir de septiembre. Tanto como el temor a una desaceleración económica, es la estabilidad financiera la que dicta esta decisión. Los bancos centrales se han convertido en rehenes de un mundo financiero que ha acumulado enormes riesgos durante años de dinero gratis.
El nuevo gobierno, dirigido por el socialdemócrata Antti Rinne y formado por cinco partidos, pretende gastar más en servicios sociales y cambio climático. Una ruptura con el gobierno precedente, sancionado en las urnas el pasado 14 de abril.
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