A falta de impulso o señal política, el Jefe de Estado ha optado tres semanas después de su reelección en el Elíseo por un perfil gris en la línea de su primer quinquenio. El nombramiento pretende enviar una señal a la franja socialdemócrata del electorado: ante sus interlocutores, tanto en público como en privado, Borne se pone la etiqueta de "mujer de izquierdas".
El presidente candidato, que resultaba reelegido con el 58,54% de los votos emitidos, ha logrado imponer la estrategia que lleva aplicando desde hace cinco años. El hombre que había asegurado, en 2017, que haría todo lo posible para que nadie tuviera “ninguna razón para votar a los extremos” ha contribuido en gran medida a un nuevo cara a cara con Marine Le Pen.
El presidente-candidato tiene cierto talento para adaptarse a su público, puede mostrarse maduro y locuaz, o comportarse como un monologuista hasta arriba de anfetaminas. "El movimiento de los chalecos amarillos apareció como la reacción a una elección presidencial triunfalista y en la estela de un presidente a menudo percibido como arrogante", asegura el escritor Olivier Abel.
El presidente en funciones y la candidata de extrema derecha debatieron el miércoles por la noche durante casi tres horas en el único cara a cara de las presidenciales francesas. Sus intercambios de argumentos, a menudo corteses, técnicos y despolitizados, revelaron qué hay detrás de los dos candidatos clasificados para la segunda vuelta.
Nunca antes la extrema derecha ha estado tan cerca del poder. Porque es la peor enemiga de la igualdad, de los derechos y de las libertades, votar contra su candidata es la única opción antifascista en el marco electoral. Pero será doloroso, ya que en la otra papeleta figura el nombre del máximo responsable de esta catástrofe, Emmanuel Macron.
Convencido de la desaparición del “frente republicano”, convierte la campaña entre ambas vueltas en un referéndum sobre su proyecto, alimentando la idea de que el programa neofascista de Le Pen es una alternativa. Para muchos votantes, la candidata ultraderechista de RN se perfila como una especie de baluarte social frente a las políticas de su rival de La República en Marcha.
La primera vuelta de las presidenciales francesas confirma un nuevo orden electoral, estructurado a nivel nacional por el 'macronismo', una extrema derecha en niveles inéditos y una izquierda dominada por su componente rojiverde. Las presidenciales de 2022 han completado el proceso, iniciado en 2017, de apartar del poder a los dos grandes partidos gobernantes de la V República.
Un periódico independiente no es un director de conciencias. En su diversidad, sus lectores y lectoras no esperan que les dé instrucciones sino información. Hechos de interés público, contrastados, con fuentes y documentados, que les permitan formarse su propia opinión y convicción. Mediante este trabajo colectivo, Mediapart e ilustrado en particular por los balances realizados sobre la Presidencia de Emmanuel Macron y, por lo tanto, del candidato saliente, honra la utilidad social del periodismo durante las presidenciales.
En lugar de entablar debates con los representantes de los estudiantes y los alumnos de secundaria, el Gobierno de Emmanuel Macron ha optado por invertir en el mundo de los influencers, sin dominar siempre sus códigos. Instagram, Twitch, YouTube...: todo sirve para comunicar. En detrimento de las cuestiones fundamentales.
Al conservar las siete regiones metropolitanas donde ya lideraba, la derecha conservadora salió triunfante de las elecciones regionales francesas. La mayoría presidencial, que esperaba forzarla a establecer alianzas aquí y allá, ha sufrido una derrota estrepitosa.
Champán y honores para los poderosos... porras y gases lacrimógenos para los jóvenes. Así se resumió la jornada del 21 de junio, en la que la presidencia de la República protagonizó una excéntrica puesta en escena de dos mundos impermeables que sólo cohabitan a través de la violencia social y policial.
Abofeteado por un hombre que coreaba un grito de guerra monárquico, el presidente de la República, Emmanuel Macron, llamó a « relativizar este incidente » y añadió: « Todo va bien ». No, todo va mal: este gesto expresa la violencia de la extrema derecha desatada por el cinismo y la irresponsabilidad del poder macronista.
Desde su llegada al ministerio del Interior, Gérald Darmanin no ha dejado de adular al ala más extremista de las fuerzas del orden. El resultado es un desorden general marcado por un importante aumento de la violencia policial en Francia. Es hora de establecer las responsabilidades políticas en esta deriva autoritaria.
Este lunes por la noche, migrantes y periodistas fueron brutalmente tratados por la policía durante la evacuación de un campamento en la Plaza de República de París. Este momento de inaudita violencia parece ser el precipitado de los excesos del poder macronista, cuyos ingredientes liberticidas son obvios. Si algunos en la mayoría parlamentaria han absuelto silenciosamente muchos errores desde 2017, ¿perdonarán el deshonor?
Por mandato del Consejo de Derechos Humanos, varios expertos interrogan al Gobierno francés sobre un proyecto de ley que podría « socavar el estado de derecho ». Entrevistado por Mediapart, Michel Forst, ex relator especial de Naciones Unidas, considera que este texto « agravaría el dispositivo de represión policial ».