Las fake news no son un daño colateral del tratamiento de la información en internet, sino una amenaza grave para la democracia. Esta es la tesis de Irene Lozano, escritora, periodista y política española, en su ensayo Son molinos, no gigantes (Península). La autora revisa, entre otros, los casos del procés, el Brexit o la estrategia de Vox, así como la responsabilidad de los medios y las acciones (o inacciones) de las distintas plataformas y redes sociales. infoLibre, socio editorial de Mediapart, publica la introducción del libro.
El grupo del Frente Nacional en el Parlamento Europeo solicitó, a petición del eurodiputado Jean-Luc Schaffhauser, una « investigación » sobre Mediapart, pagada con los fondos públicos asignados a la formación. Detrás de este documento complotista plagado de fake news, aparece la consultora del ensayista Alexandre del Valle, autor de polémicas obras sobre el islam.
Todo los males de nuestras democracias parecen contenerse en dos palabras: « fake news ». Detrás de la ilusión de un diagnóstico, la expresión funciona como una coartada para una censura estatal que oculta los motivos del descrédito de la palabra pública y su historia desde 1990.
Trump y su gente son particularmente descarados en practicar aquello de que la verdad es sólo lo que digan ellos, pero tampoco se lo han inventado, Goebbels ya lo desarrolló en los años treinta. Lo grave es cuando el embuste contra las fake news en Internet procede de un medio que se jacta de ser serio.