Charlottesville, Pittsburgh, El Paso, etc. Los asesinatos y ataques cometidos por los supremacistas blancos son ahora la principal amenaza para la seguridad en Estados Unidos, según el FBI. Una confesión tardía. Después del 11-S, la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) se negó durante mucho tiempo a autentificar la amenaza.
El mismo día, el ex director de campaña de Donald Trump y su ex abogado personal vieron como la justicia les atrapaba. Mientras tanto, Trump continúa afirmando que él no tiene nada que ver con el asunto. Sin embargo, algo es incuestionable: está rodeado de estafadores y él mismo mintió.
Forma parte de las raras historias de la era Trump: a menudo criticado por recurrir a la vigilancia indiscriminada o por los golpes bajos asestados a la izquierda americana, el FBI se erige en muro de contención frente a Trump.
Un extraño informe, que data de algunos meses, relata que Moscú « controlaría » al futuro presidente de Estados Unidos gracias a presuntas pruebas de excesos sexuales. ¿Las agencias de inteligencia estadounidenses, que han transmitido este informe a Obama, a Trump y a diferentes diputados, tratan de avergonzar al multimillonario?
El presidente de EEUU se ve sumido en una cadena de escándalos de espionaje generalizado. Periodistas y ciudadanos asisten incrédulos a las revelaciones de los medios de comunicación, que dibujan a una Administración obsesionada con controlar las comunicaciones en la Red.