Más de dos meses después de los enfrentamientos, regresamos al enclave palestino ocupado. Tras perderlo todo: la casa, el trabajo o los seres queridos… ¿Cómo se vuelve a vivir, cuando los traumas siguen presentes? Testimonios de gazatíes.
Los jóvenes palestinos no se enfrentan a la policía israelí sólo para protestar contra la prohibición de acceder a la mezquita de Al-Aqsa, también lo hacen para denunciar las políticas de ocupación de Netanyahu puestas en marcha en la última década. Su ira se dirige igualmente contra los dirigentes palestinos, desacreditados e incapaces de encontrar una respuesta a la estrategia del Estado Mayor del Ejército de Israel.
Aunque Israel y Hamás no tienen ningún interés en protagonizar un nuevo enfrentamiento; la catástrofe humanitaria en Gaza, la irritación de los israelíes con la campaña del lanzamiento de cometas incendiarias y el inmovilismo de la Autoridad Palestina, empujan a la región hacia un nuevo conflicto.
¿Hay en estos momentos más árabes -cerca de 7 millones- que judíos -6,5 millones- en la zona comprendida entre el Mediterráneo y el río Jordán? Una cifra presentada por el Ejército israelí así parece indicarlo. Sin embargo, varios expertos discrepan sobre la cuestión. Y no se trata de un asunto menor, en el corazón del conflicto israelí-palestino, la demografía es un arma política.
Cinco palestinos muertos y 400 heridos es el balance provisional de la última jornada de protestas en la frontera de Gaza con Israel. Mientras las investigaciones sobre lo ocurrido aumentan, Israel asume su estrategia de recurrir a la extrema violencia para disuadir a los palestinos de infiltrarse en su territorio. Una estrategia que se reveló contraproducente en el pasado.
A las pocas semanas del último bombardeo, Gaza está en ruinas. 55.000 edificios fueron destruidos, se amontonan los cascotes y la población permanece incrédula ; las labores de reconstrucción costarán más de 5.000 millones de dólares. Una cifra que resulta utópica, todo ello a pesar de los esfuerzos de la ONU.