La final celebrada el sábado en París se vio empañada por numerosos incidentes: cientos de hinchas del Liverpool fueron retenidos, bloqueados a la entrada del estadio y luego gaseados por las fuerzas del orden. Se trata de un fracaso de los poderes públicos franceses que se suma a largos años de actuación policial represiva, inadecuada y a menudo violenta.
El ministro francés del Interior, Gérald Darmanin, aboga por una política específica para los ciudadanos musulmanes y asume calcarla a partir del enfoque regresivo de Napoleón hacia sus súbditos judíos, a los que el Emperador pretendía someter bajo la apariencia de integración, como ha demostrado el historiador Pierre Birnbaum.
Desde su llegada al ministerio del Interior, Gérald Darmanin no ha dejado de adular al ala más extremista de las fuerzas del orden. El resultado es un desorden general marcado por un importante aumento de la violencia policial en Francia. Es hora de establecer las responsabilidades políticas en esta deriva autoritaria.
Este lunes por la noche, migrantes y periodistas fueron brutalmente tratados por la policía durante la evacuación de un campamento en la Plaza de República de París. Este momento de inaudita violencia parece ser el precipitado de los excesos del poder macronista, cuyos ingredientes liberticidas son obvios. Si algunos en la mayoría parlamentaria han absuelto silenciosamente muchos errores desde 2017, ¿perdonarán el deshonor?
Gérald Darmanin, investigado por recibir supuestos favores sexuales a cambio de intercesiones políticas, vinculado a un expresidente de la República triplemente acusado por los tribunales franceses, nunca debería haber tomado posesión de la cartera. Desde su ascenso, su comportamiento demuestra que su salida del Gobierno es una cuestión de bienestar público.
Más allá de la cuestión del consentimiento en el ámbito judicial, la investigación preliminar por « violación » que tiene en el punto de mira a Gérald Darmanin, actual ministro de Presupuestos y Cuentas Públicas, por hechos que se remontan a 2009, pone sobre la mesa una cuestión ética y moral: el abuso de poder. Mientras el primer ministro y el gobierno respaldan a Darmanin, varios responsables del partido Los Republicanos piden su dimisión.
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