Cuando los milicianos chiíes asesinaron a su marido suní, Lekaa Elaboodi respondió al odio con amor. Abrió una « Casa de la Luz » en el barrio más chiíta de Bagdad para viudas y huérfanos destrozados por 40 años de guerra. Esta es la primera parte de nuestra nueva serie sobre Irak.
Ejecutado por orden de Donald Trump, el asesinato del general Qassem Soleimani, líder militar iraní de alto rango, es un paso más hacia el abismo guerrero. Si el futuro nunca está escrito, ¿cómo ignorar que el poderío estadounidense está poniendo en peligro al mundo con su comportamiento de Estado delincuente, pisoteando el derecho internacional? Francia se sentiría honrada de decirlo alto y claro.
La eliminación del fundador del difunto « califato » islámico no pesará mucho en el desastroso balance del presidente estadounidense en Oriente Medio, donde ha acumulado estrategias erróneas y sonados fracasos.
A pesar de la represión cada vez más violenta, con un balance de más de 100 muertos y 4.000 heridos, las manifestaciones continúan en varias ciudades iraquíes. Desde el pasado viernes 4 de octubre, los francotiradores han entrado en escena. Por primera vez, el conflicto, que enfrenta a jóvenes chiitas con un gobierno de la misma religión, no es interconfesional.
Al poner en manos de la justicia iraquí la suerte de los yihadistas franceses, París corre el riesgo de ver ejecutados a algunos de sus ciudadanos, despreciando así sus principios fundamentales. Emmanuel Macron escribía, en 2016, que « un país no ha superado jamás una prueba decisiva renegando de sus leyes fundamentales ni de su espíritu ».
Quien recibe el apodo del « fantasma » reaparece en un vídeo. El líder del Estado Islámico se felicita por los atentados en Sri Lanka, anuncia una larga batalla contra Occidente, y señala a Francia como el principal enemigo. Sin embargo, su apariencia concuerda más con un hombre a la fuga, lejos de la imagen de un jefe de guerra.
En unos días desaparecerá el último reducto de los islamistas de Daesh en Siria. No es la primera vez que se anuncia la muerte de la organización, pero parece que esta vez su debilitamiento es irreversible.
La caída de Mosul, después de nueve meses de combates, deja entrever la inexistencia de un plan nacional o internacional post-Daech. La ciudad corre el riesgo de ser el laboratorio de aquello en lo que podría llegar a convertirse toda la región, alejada de cualquier tipo de reconciliación nacional.
Para avanzar a cualquier precio en los barrios del oeste de la ciudad, controlados por el Estado Islámico, las fuerzas iraquíes recurren cada vez con más frecuencia a los bombardeos aéreos de la coalición, llevados a cabo por Estados Unidos. El comandante en jefe ha reconocido que uno de estos ataques ha acabado con la vida de más de 140 civiles. El ejército francés desmiente su implicación. En el lugar de los hechos, abundan los testimonios que denuncian otros bombardeos que han dejado centenares de víctimas.
Tras cinco meses de combates, las fuerzas iraquíes apoyadas por la aviación de Estados Unidos se abren paso, a cualquier precio, al oeste de Mosul, cerca de su ciudad vieja, angosta y superpoblada, aún en poder de los yihadistas del Estado Islámico. El pasado martes 14 de marzo, 26 civiles morían tras un bombardeo aéreo. Cifra a la que se suman cientos de víctimas « colaterales » ya documentadas. Cerca de 100.000 personas han huido de la zona. Reportaje de nuestro enviado especial en Mosul.
Los países de la coalición pretenden anticiparse a las consecuencias de la caída de la ciudad iraquí de Mosul, en manos del Estado Islámico desde 2014. La caída de Mosul supondrá, tarde o temprano, el advenimiento de la estrategia de internacionalización del terror del Estado Islámico, que tiene en el punto de mira a Occidente.
El antropólogo Scott Atran, que ha dirigido varios estudios sobre yihadismo, habla en esta entrevista de las razones que han favorecido el auge del Estado Islámico, da pistas sobre cómo combatirlo y descarta su desaparición a corto plazo.
Al intervenir en Siria o en Irak, Teherán busca, ante todo, proteger sus fronteras. La lucha contra el grupo yihadista, EI, no es más que un segundo plan.
Al Qaeda vio la luz en Afganistán. Desde 2003 y a raíz de la invasión norteamericana, el conflicto iraquí ha formado a una nueva generación de yihadistas y la organización del Estado Islámico ha logrado imponerse. Hacía varios años que los dos supuestos autores del atentado mortal cometido en el semanario Charlie Hebdo habían establecido vínculos con estos nuevos actores de una yihad globalizada.
Mientras los yihadistas del Estado Islámico en Irak y el Levante continúan su avance hacia Bagdad, donde Barack Obama asegura no descartar ninguna opción, no se puede pasar por alto algo esencial : Irán considera que la situación en Irak es un asunto que atañe a su seguridad nacional.
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