Un año después de la toma de posesión de Joe Biden, sus adversarios tratan de inclinar a su favor la balanza electoral alterando la mecánica de la votación con maquiavélica ingeniosidad. En el punto de mira republicano se encuentra la votación de mitad de mandato del próximo mes de noviembre, que renovará gran parte del Congreso.
Algunos años después de las revueltas anti-oligárquicas que surgieron en las democracias occidentales, la investidura de Biden es parte de una restauración elitista. Sin embargo, un importante movimiento popular podría incitarle a realizar reformas ambiciosas.
La prisión de Guantánamo entra en su vigésimo año de existencia. 40 personas permanecen detenidas entre sus muros, 15 de ellas lo están desde su apertura, en 2002. El fiasco de los tribunales militares y el horror judicial construido impiden cualquier liberación y violan todos los derechos. El presidente electo, entre otros muchos congresistas demócratas, tendrá que hacer frente al Ejército y a la CIA para poner fin a este escándalo.
Durante años, Trump ha vaticinado la « guerra civil » y ha convertido la violencia en su arma política. Al invadir el Capitolio, sus partidarios más fanáticos no hicieron más que llevar a cabo su proyecto.
Aunque el Partido Republicano no siga a Donald Trump en su obstinación por negar los resultados de las urnas, su estrategia está lista: tratar de desacreditar al presidente electo e impedirle gobernar por todos los medios.
El pueblo iraní, principal víctima de las sanciones dictadas por Donald Trump, y el presidente Rohani confían en ver cuanto antes el inicio de las conversaciones con la nueva administración estadounidense. Aún no hay indicios de que el guía Alí Jameneí esté dispuesto a ello. Si bien, las facciones radicales están ya preocupadas.
La elección de Joe Biden viene acompañada de fuertes derrotas para los demócratas. El poder casi inexpugnable de Donald Trump nos recuerda que la extrema derecha populista sólo puede ser derrotada por proyectos políticos alternativos que pongan a los ciudadanos en el centro de su programa y defiendan una verdadera acción sobre el terreno.
Después de apostar por una gran victoria del Partido Demócrata, el mundo financiero se enfrenta al escenario que más temía: el de un período más o menos largo de incertidumbre, confusión e impugnación.
¿Qué pasaría si la polarización en Estados Unidos enfrentara a la clase dirigente y a los ciudadanos tanto como a los demócratas y los republicanos? Hoy en día, el sistema político e incluso la Constitución ya no pueden canalizar o dar forma a la opinión popular.
Durante su mandato, el presidente de Estados Unidos se lanzó en una nueva guerra fría con Pekín. Durante la campaña electoral, su rival demócrata no ocultó su voluntad de mantener una política de confrontación a través de un frente unido formado por sus aliados.
La compañera de carrera de Biden denunció la gestión de la pandemia por parte de Donald Trump en un debate con el vicepresidente republicano el miércoles por la noche, calificándola como « el mayor fracaso de cualquier administración presidencial en la historia de nuestro país ». Un intercambio más educado que el enfrentamiento de la semana pasada entre Donald Trump y Joe Biden.
La Covid-19 ha sacudido la campaña electoral estadounidense. Pero sobre todo ha sacado a la luz, bajo la máscara del grotesco poder de Trump, las violentas tropas de la Alt-right y las milicias supremacistas que suponen una verdadera amenaza para el escrutinio.
El candidato elegido por los votantes demócratas para impedir un segundo mandato del actual inquilino de la Casa Blanca, está protagonizando una extraña campaña desde su casa en Delaware. Mientras una antigua colaboradora le acusa de agresión sexual, el exvicepresidente de Barack Obama espera ganar el próximo 3 de noviembre valiéndose de la unidad nacional frente a Donald Trump, desacreditado por su gestión de la pandemia.
El primer debate televisado entre los 20 aspirantes demócratas con más posibilidades tendrá lugar este miércoles 26 y el jueves 27 de junio. Mientras tanto, el presidente estadounidense juega con fuego en Irán animado por unos incendiarios llamados John Bolton y Mike Pompeo.