El presidente candidato, que resultaba reelegido con el 58,54% de los votos emitidos, ha logrado imponer la estrategia que lleva aplicando desde hace cinco años. El hombre que había asegurado, en 2017, que haría todo lo posible para que nadie tuviera “ninguna razón para votar a los extremos” ha contribuido en gran medida a un nuevo cara a cara con Marine Le Pen.
Tras su tercer fracaso en unas elecciones presidenciales, Marine Le Pen puede felicitarse sin embargo por haber logrado un resultado histórico para la extrema derecha. A pesar de una clara brecha de votos frente a Emmanuel Macron, RN se está anclando en la política francesa a niveles que ahora ya impiden negar su capacidad para llegar al poder.
El presidente-candidato tiene cierto talento para adaptarse a su público, puede mostrarse maduro y locuaz, o comportarse como un monologuista hasta arriba de anfetaminas. "El movimiento de los chalecos amarillos apareció como la reacción a una elección presidencial triunfalista y en la estela de un presidente a menudo percibido como arrogante", asegura el escritor Olivier Abel.
La visión económica la ultraderecha francesa se basa en la defensa del capital nacional y la discriminación, políticas que debilitarían a los asalariados, franceses y extranjeros. La candidata del RN no pretende romper con el capitalismo, al contrario, reforzar un capitalismo nacional, lo que ella llama “patriotismo económico”.
El presidente en funciones y la candidata de extrema derecha debatieron el miércoles por la noche durante casi tres horas en el único cara a cara de las presidenciales francesas. Sus intercambios de argumentos, a menudo corteses, técnicos y despolitizados, revelaron qué hay detrás de los dos candidatos clasificados para la segunda vuelta.
Nunca antes la extrema derecha ha estado tan cerca del poder. Porque es la peor enemiga de la igualdad, de los derechos y de las libertades, votar contra su candidata es la única opción antifascista en el marco electoral. Pero será doloroso, ya que en la otra papeleta figura el nombre del máximo responsable de esta catástrofe, Emmanuel Macron.
Los insumisos lograron el domingo un avance espectacular en dos electorados aparentemente opuestos: su discurso claro sobre la discriminación, sumado a la llamada al voto útil contra la extrema derecha, les permite articular un caladero de electoral transversal. La estrategia desplegada por el movimiento se ha centrado en dirigirse a las clases trabajadoras de las ciudades, en gran parte de origen migrante, mientras Marine Le Pen ha optado por los trabajadores del campo, un perfil más cercano a los chalecos amarillos. El voto a Mélenchon se concentra ahora en los antiguos bastiones socialistas consiguiendo devolver a la izquierda las metrópolis que habían virado hacia Emmanuel Macron en las presidenciales de 2017.
Convencido de la desaparición del “frente republicano”, convierte la campaña entre ambas vueltas en un referéndum sobre su proyecto, alimentando la idea de que el programa neofascista de Le Pen es una alternativa. Para muchos votantes, la candidata ultraderechista de RN se perfila como una especie de baluarte social frente a las políticas de su rival de La República en Marcha.
La primera vuelta de las presidenciales francesas confirma un nuevo orden electoral, estructurado a nivel nacional por el 'macronismo', una extrema derecha en niveles inéditos y una izquierda dominada por su componente rojiverde. Las presidenciales de 2022 han completado el proceso, iniciado en 2017, de apartar del poder a los dos grandes partidos gobernantes de la V República.
La candidata ultraderechista, a quien pisa los talones Jean-Luc Mélenchon, ha decidido tender la mano a los votantes de Francia Insumisa y centrar su campaña entre las dos vueltas en el “trabajo” y la “injusticia social”. Durante meses, se ha presentado como la “candidata del pueblo”, frente al “presidente globalista” aspirante a la reelección.
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La formación de ultraderecha vuelve a recurrir a un crédito fuera de Francia para poder pagar sus procesos electorales. La Agrupación Nacional replica que si se financia en el extranjero es porque los bancos franceses se niegan a prestarle fondos.
Un mitin de más de 500.000 euros en el centro de exposiciones de Villepinte, viajes por toda Francia, un sede de campaña en el elegante distrito VIII de París, a un paso de los Campos Elíseos: así paga el candidato su campaña con un partido nacido hace apenas un mes. Mediapart identifica a 35 de los principales donantes del candidato ultraderechista gracias a los documentos internos de campaña analizados por sus periodistas.
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