Tras su tercer fracaso en unas elecciones presidenciales, Marine Le Pen puede felicitarse sin embargo por haber logrado un resultado histórico para la extrema derecha. A pesar de una clara brecha de votos frente a Emmanuel Macron, RN se está anclando en la política francesa a niveles que ahora ya impiden negar su capacidad para llegar al poder.
La visión económica la ultraderecha francesa se basa en la defensa del capital nacional y la discriminación, políticas que debilitarían a los asalariados, franceses y extranjeros. La candidata del RN no pretende romper con el capitalismo, al contrario, reforzar un capitalismo nacional, lo que ella llama “patriotismo económico”.
El presidente en funciones y la candidata de extrema derecha debatieron el miércoles por la noche durante casi tres horas en el único cara a cara de las presidenciales francesas. Sus intercambios de argumentos, a menudo corteses, técnicos y despolitizados, revelaron qué hay detrás de los dos candidatos clasificados para la segunda vuelta.
El origen del crédito de ocho millones que recibió el grupo de ultraderecha sigue sin aclararse porque el prestamista, Laurent Foucher, era insolvente en el momento de los hechos. El empresario francés, arruinado por las deudas e investigado por blanqueo de capitales en Ginebra, está relacionado con Moscú a través de misteriosos acuerdos.
Enviada a la justicia francesa hace un mes, la investigación acusa a la candidata ultraderechista de haber malversado personalmente cerca de 140.000 euros de dinero público del Parlamento de Estrasburgo cuando era diputada. Además de Marine Le Pen, aparecen implicados otros tres ex eurodiputados, entre ellos su padre, Jean-Marie Le Pen, así como el grupo parlamentario Europa de las Naciones y las Libertades: el importe total de las cantidades reclamadas es de 617.379 euros.
Nunca antes la extrema derecha ha estado tan cerca del poder. Porque es la peor enemiga de la igualdad, de los derechos y de las libertades, votar contra su candidata es la única opción antifascista en el marco electoral. Pero será doloroso, ya que en la otra papeleta figura el nombre del máximo responsable de esta catástrofe, Emmanuel Macron.
Convencido de la desaparición del “frente republicano”, convierte la campaña entre ambas vueltas en un referéndum sobre su proyecto, alimentando la idea de que el programa neofascista de Le Pen es una alternativa. Para muchos votantes, la candidata ultraderechista de RN se perfila como una especie de baluarte social frente a las políticas de su rival de La República en Marcha.
La primera vuelta de las presidenciales francesas confirma un nuevo orden electoral, estructurado a nivel nacional por el 'macronismo', una extrema derecha en niveles inéditos y una izquierda dominada por su componente rojiverde. Las presidenciales de 2022 han completado el proceso, iniciado en 2017, de apartar del poder a los dos grandes partidos gobernantes de la V República.
La candidata ultraderechista, a quien pisa los talones Jean-Luc Mélenchon, ha decidido tender la mano a los votantes de Francia Insumisa y centrar su campaña entre las dos vueltas en el “trabajo” y la “injusticia social”. Durante meses, se ha presentado como la “candidata del pueblo”, frente al “presidente globalista” aspirante a la reelección.
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La formación de ultraderecha vuelve a recurrir a un crédito fuera de Francia para poder pagar sus procesos electorales. La Agrupación Nacional replica que si se financia en el extranjero es porque los bancos franceses se niegan a prestarle fondos.
En el centro del juego mediático-político de la campaña, el partido de Marine Le Pen sólo es primero en Provenza-Alpes- Côte d’Azur (PACA), donde tiene pocas posibilidades de ganar la región. El partido se considera la principal víctima de la abstención.
La presidenta de la formación de extrema derecha Reagrupación Nacional (RN), que lleva años trabajando para « desdemonizar » a su partido, dio un cálido respaldo a una tribuna de generales retirados que amenazan con un golpe de fuerza en Francia. Un recordatorio de todo lo que el RN trata de ocultar.
La elección de Joe Biden viene acompañada de fuertes derrotas para los demócratas. El poder casi inexpugnable de Donald Trump nos recuerda que la extrema derecha populista sólo puede ser derrotada por proyectos políticos alternativos que pongan a los ciudadanos en el centro de su programa y defiendan una verdadera acción sobre el terreno.
El tribunal ha desestimado las sospechas de sobrefacturación de los kits de campaña, pero condena al equipo del micropartido de Marine Le Pen y a su prestatario Frédéric Chatillon por « estafa ». También condena a la formación de extrema derecha por « encubrimiento del abuso de bienes sociales ».