La dimisión del ministro francés de la Transición Ecológica, Nicolas Hulot, es un electroshock positivo. Pone de manifiesto que las elecciones económicas que traen consigo la catástrofe ecológica, se encuentran en un punto muerto. Pone fin a la ilusión de un verdadero esfuerzo en materia ecológica en manos de la voluntad de un solo hombre supuestamente providencial. Resuena como una llamada a la movilización general de la sociedad para defender una política alternativa.
En poursuivant votre navigation sur Mediapart, vous acceptez l’utilisation de cookies contribuant à la réalisation de statistiques et la proposition de contenus et services ciblés sur d'autres sites.