Con la máxima discreción, el BCE publicó el 18 de marzo los primeros resultados de su investigación sobre los riesgos climáticos, pidiendo al sector bancario y financiero que modifique rápidamente sus prácticas de inversión. Se avecina un éxodo financiero de miles de millones.
A diferencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, el Karlsruhe estima que la política monetaria del BCE no respeta todos los tratados y le ha dado un ultimátum de tres meses para rectificar. Esta catastrófica decisión sacude a la Unión Europea y a la zona euro, en el peor momento posible.
A punto de dejar la presidencia del BCE, Mario Draghi está dispuesto a restablecer una política monetaria no convencional a partir de septiembre. Tanto como el temor a una desaceleración económica, es la estabilidad financiera la que dicta esta decisión. Los bancos centrales se han convertido en rehenes de un mundo financiero que ha acumulado enormes riesgos durante años de dinero gratis.
El mundo financiero especula desde hace diez años con el VIX, conocido como el "índice del miedo", encargado de evaluar la volatilidad y detectar futuras crisis. Sin embargo, a día de hoy, se le considera responsable del hundimiento de Wall Street que tuvo lugar el pasado 5 de febrero.
Oficialmente, su mandato como presidente del BCE no expira hasta finales de 2019. Sin embargo, entre bastidores, ya han empezado los movimientos en torno a su sucesión. Consternados por este espectáculo demasiado habitual en Europa, economistas europeos reclaman la democratización en la toma de decisiones del organismo.
El precio de la vivienda ha aumentado un 232% en Suecia en los últimos 20 años. La burbuja, alimentada por las « reformas », se encuentra a punto de explotar. Un escenario especialmente inquietante en un país que, sin embargo, es considerado como un modelo.