La reforma fiscal global propuesta por los estadounidenses es, en efecto, un proyecto a medida para los gigantes digitales. Dos días después de adoptar el principio de un impuesto global, Europa renuncia -al menos por el momento- a cualquier plan de lucha contra los « no imponibles ».
Soulaimane Raissouni, ex redactor jefe del diario Akhbar al Yaoum, lleva un año en prisión, sin juicio, y casi dos meses en huelga de hambre. Este flamante editorialista, que no siente ninguna simpatía por la monarquía marroquí, niega todas las acusaciones de « atentado al pudor » y « secuestro » que se le imputan.
El debut de Joe Biden en la escena internacional parece alinearse con el estilo de su predecesor al menos en un aspecto: mostrar sus músculos y no dudar en recurrir a los insultos. En la era de la diplomacia de Twitter, esta estrategia se propaga como la pólvora.
La Comisión Europea, cansada de las amenazas y sanciones impuestas por la presidencia estadounidense de Donald Trump, pretende reforzar el papel del euro en los intercambios comerciales internacionales.
En un contundente informe, la Defensora del Pueblo Europeo, Emily O'Reilly, denuncia la adjudicación de un contrato de consultoría al primer gestor de activos por parte de la Comisión Europea.
Durante la cumbre de la UE en Bruselas, que comenzó el pasado viernes, se prevé la financiación de un plan de reactivación económica de 750.000 millones de euros. Mientras tanto, ciertos eurodiputados advierten de la falta de un verdadero control de las ayudas concedidas a determinados Estados. El primer ministro checo Andrej Babis se encuentra en el punto de mira.
Los observadores hablan de un « momento hamiltoniano » tras la propuesta de la Comisión de crear una deuda europea común ante la crisis de la Covid-19. Pero, ¿es la referencia a los padres fundadores de Estados Unidos relevante para repensar las instituciones de la UE?
A diferencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, el Karlsruhe estima que la política monetaria del BCE no respeta todos los tratados y le ha dado un ultimátum de tres meses para rectificar. Esta catastrófica decisión sacude a la Unión Europea y a la zona euro, en el peor momento posible.
Tras el cierre unilateral de las fronteras, la Comisión Europea trató el martes 17 de marzo, en una cumbre extraordinaria, retomar el control de la gestión de la crisis del Covid-19. Ante la pandemia, la vulnerable situación de los migrantes en las islas griegas preocupa en las filas de los eurodiputados, quienes urgen a la UE a no dejar de lado la cuestión.
Mientras el preámbulo del Tratado de Roma hablaba de una « unión cada vez más estrecha entre los pueblos de Europa », la salida de Reino Unido de la Unión Europea, tres años y medio después del referéndum, demuestra que es posible deconstruir Europa. ¿El riesgo de propagación es creíble?
En su estrategia de conquista de las « nuevas rutas de la seda », los puertos europeos se han convertido en objetivo privilegiado de China. Desde la total toma de control del puerto ateniense del Pireo en abril de 2016, una docena de muelles europeos han visto a los operadores chinos invertir en sus dársenas.
En el nuevo Ejecutivo europeo, la cartera denominada en el pasado como « Migraciones, asuntos internos y ciudadanía » podría pasar a llamarse « Protección de nuestro modo de vida europeo ». Esta elección semántica es una concesión ideológica a la extrema derecha, donde la obsesión identitaria desbanca a la exigencia social.
Con el nombramiento del socialdemócrata italiano David-Maria Sassoli como presidente del Parlamento, anunciado este miércoles, los líderes europeos terminaban de consensuar los nombres de quienes dirigirán la UE los próximos años. La principal sorpresa de un casting poco coherente: la ministra de Defensa alemana, próxima a Angela Merkel, candidata a la presidencia de la Comisión.
Mientras que el candidato del Partido Comunista Francés (PCF) a las elecciones europeas, Ian Brossat, propone « reducir el sueldo de Juncker », Mediapart investiga los más que generosos salarios y otras ventajas de la administración y la función pública europea. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, cobra 44.506 euros mensuales -entre su sueldo y los complementos-, una cantidad idéntica a la que ingresa el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. Si bien los 60.000 « agentes » que trabajan para la UE están lejos de quejarse, algunos consideran que sus honorarios están justificados.
Una fuerte abstención en las elecciones europeas fragilizaría al Parlamento Europeo durante los próximos cinco años, cuando el hemiciclo lucha por hacerse oír en Bruselas frente a la Comisión y al Consejo.