El debut de Joe Biden en la escena internacional parece alinearse con el estilo de su predecesor al menos en un aspecto: mostrar sus músculos y no dudar en recurrir a los insultos. En la era de la diplomacia de Twitter, esta estrategia se propaga como la pólvora.
Son historias de amistad, intereses cruzados, fortunas colosales. Explican cómo un pequeño grupo de hombres -unos 30- consiguió tomar el control de Rusia. Son amigos de la infancia, compañeros de universidad, antiguos colegas del KGB o colaboradores en el Ayuntamiento de San Petersburgo en los años 90. He aquí algunos ejemplos de las amistades de Vladimir Putin.
Con más de 110 millones de visitas, este documental dirigido por el equipo del opositor ruso Alexei Navalny es un acontecimiento que amenaza el reinado de Putin. Mediapart publica la versión completa de la película subtitulada en francés.
Con una mezcla de oportunismo y visión estratégica, el presidente ruso ha conseguido volver a poner a su país en el centro del juego geopolítico internacional, gracias a su implicación en Siria y a los errores de Estados Unidos.
En poco tiempo, Rusia ha conseguido volver a ser un actor importante en África. Hace negocios y refuerza su influencia política, mientras avanza sus peones en el campo militar. Esta implantación en todas las direcciones, principalmente a través del empresario Evgeny Prigogine, cercano al presidente Vladimir Putin, no es vista con buenos ojos por parte de los socios históricos del continente, entre ellos Francia.
Mientras el régimen reclama la victoria, los tres coautores del libro In the Head of Bachar al-Assad examinan para Mediapart la situación en Siria, que está entrando en su noveno año de guerra. Subhi Hadidi, Farouk Mardam-Bey, ambos sirios, y Ziad Majed, un investigador libanés, sostienen que no se puede hacer nada en el futuro sin Rusia, lo que hace imposible volver a la situación anterior a 2011.
Ahora es un hecho: Alexandre Benalla y su acólito Vincent Crase, ex responsable de seguridad de LREM, han mentido en repetidas ocasiones, bajo juramento, ante la Comisión de Investigación del Senado. En particular sobre una cuestión clave: el acuerdo de seguridad firmado con Iskander Makhmudov, un oligarca ruso cercano a Vladimir Putin.
La elección en Brasil de Bolsonaro sucede al triunfo de Trump, Duterte, Salvini, Orbán, Putin o Erdogan. Estas ascensiones al poder son la preocupante señal del debilitamiento de las democracias como consecuencia de sus derivas internas y de sus políticas que favorecen las desigualdades.
En Rusia, la creación artística continúa siendo abundante. Pero, la cultura es también ahora uno de los campos de acción favoritos del régimen y de la Iglesia, el lugar donde se dan cita el oportunismo y los ajustes de cuentas, en nombre de los valores patrióticos o religiosos. Mediante la censura o la gestión de las ayudas, Rusia ha convertido la cultura en una herramienta de propaganda al servicio de valores patrióticos y conservadores. Una investigación publicada en La revue du crieur.
En los últimos 15 años, en todos los continentes, varios jefes de Estado autoritarios han puesto fin a la limitación de mandatos. El último en dar el paso ha sido el mandatario chino Xi Jinping. Sin olvidar a Vladimir Putin quien, respetando escrupulosamente la Constitución, ha conseguido convertirse en el hombre providencial del que Rusia no puede prescindir.
Forma parte de las raras historias de la era Trump: a menudo criticado por recurrir a la vigilancia indiscriminada o por los golpes bajos asestados a la izquierda americana, el FBI se erige en muro de contención frente a Trump.
Un extraño informe, que data de algunos meses, relata que Moscú « controlaría » al futuro presidente de Estados Unidos gracias a presuntas pruebas de excesos sexuales. ¿Las agencias de inteligencia estadounidenses, que han transmitido este informe a Obama, a Trump y a diferentes diputados, tratan de avergonzar al multimillonario?
La toma de la antigua capital económica de Siria, presentada por Damasco y sus aliados como una victoria decisiva, supone un importante revés para los insurgentes. Bachar al-Assad continúa en el poder pero gobierna, apoyado por Rusia e Irán, un régimen y un país en ruinas.
Para Jean-Pierre Filiu, historiador especialista en Siria, aquellos que permiten las masacres en Alepo son tan responsables como aquellos que las cometen.
Una masacre puede esconder otra. Alepo, como Gernika hace casi 80 años, anticipa algo que nos negamos a ver venir. El presidente ruso será el primer abanderado de este mundo consagrado a la ley del más fuerte.
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