¿Qué clase de mundo habitaremos pasada la tormenta?
¿Qué clase de mundo habitaremos pasada la tormenta? ¿Un nuevo capítulo del libro kafkiano y orwelliano que la humanidad está escribiendo en lo que llevamos de siglo XXI; un nuevo paso por la senda del capitalismo salvaje, el autoritarismo político y el apocalipsis climático? ¿O, por el contrario, el comienzo de una regeneración que haga compatibles las libertades individuales con la primacía del interés general sobre el particular?
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NadaNada está escrito en las estrellas. Así que no es inexorable que el mundo posterior al coronavirus consolide los aspectos más sombríos de la pandemia: la fragilidad de los sistemas públicos de salud tras años de recortes neoliberales, la pérdida simultánea del puesto de trabajo y de libertades individuales, el espíritu de delación vecinal asociándose con la omnipresencia policial, el cultivo partidista del bulo y el ansia de poder del nuevo fascismo. Pero tampoco está garantizado que sobrevivan las escasas luces de la primavera de pesadilla del año 2020: la reducción del consumismo y la revaloración de lo auténticamente imprescindible, la disminución de los vehículos humeantes y la reaparición del canto de los pájaros, la solidaridad vecinal y el heroísmo del pueblo salvando al pueblo.