Ni rastro del espíritu corrosivo de Charlie Hebdo, ni del espíritu integrador del 11 de enero de 2015, una marcha histórica contra el terrorismo. Tres años después del atentado contra el semanario satírico, la jornada conmemorativa, bautizada con el lema « Siempre Charlie », dejó la « memoria » en un segundo plano. Ahora, el espíritu Charlie Hebdo se ha convertido en la bandera de un nuevo espacio político y mediático cuyo « combate » cultural se resume en la defensa de la laicidad.
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« En« En lugar de una reflexión profunda sobre las bases de un contrato social renovado, menos normativo y más pragmático, la ideología se ha instalado. “Je suis Charlie” ha pasado a ser la etiqueta mágica que hacíamos bailar al son de sus intereses, de sus combates y de sus prejuicios; en resumen, una orden. Dicha orden, que restaba valor, como suele pasar en estos casos, al impulso inicial, variaba en función de quien echase mano al lema. Su objetivo era reagrupar tanto como excluir, reagrupar excluyendo… ».