El 1 de mayo de 2009, la montaña bautizada como Cerro de la Muerte, en Costa Rica, hizo gala de su nombre. Ese mismo día, a las 11 de la mañana, las autoridades locales recibieron la alerta de un accidente de helicóptero. Al día siguiente, la aeronave –un Vell Jet Ranger con matrícula TI-BBT-, fue localizada en pleno bosque, a ocho kilómetros del pueblo Villa Mills. Haría falta un día más para que los servicios de socorro llegaran hasta el lugar del accidente, en mitad de este paisaje escarpado de América Central, hostil a cualquier forma de urbanización. Sin embargo, el desplazamiento fue en vano, los dos ocupantes del helicóptero, el piloto Edgar Arguedas Alfaro y un tal Germán Trejo Retamosa, estaban muertos. Sin embargo, una sorpresa de gran calibre esperaba a la policía local: en el interior del helicóptero encontraron 396 kilos de cocaína.
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