Camarillas del poder político y económico se han blindado en España para hacer frente a un malestar social cada día más extendido. Banqueros y gobernantes aparecen como los responsables de una crisis que ha arruinado al país.
Carlos Fonseca
ElEl lingüista Noam Chomsky defiende que la democracia no puede crecer donde el poder político y el económico se concentran. O sea, lo que ha ocurrido en España, con una coalición de élites que no trabajan en beneficio de la comunidad, sino en el suyo propio, y que ha acabado con el debate entre izquierda y derecha para dar paso a otro entre ricos y pobres. Entre quienes acumulan cada día más poder y riqueza y quienes han llegado a la convicción de que hoy son más pobres que ayer, que lo serán aún más mañana y que ya no se sienten representados por quienes dicen representarlos. Este es el nuevo bipartidismo que ha sustituido al que desde la transición democrática ha permitido al PSOE y al PP alternarse en el poder. Una idea en la que han abundado intelectuales como José Luis Sampedro, que sostenía que el poder económico ha suplantado la voluntad de las urnas y sometido la política a sus intereses, y José Saramago, para quien si el poder real es económico no tiene sentido hablar de democracia.