Primero, la « vergüenza », profunda, tenaz, indeleble. Luego la « cólera », fría, que la ha acompañado a lo largo de los años. Y finalmente, el sosiego, « poco a poco », porque era necesario « pasar por todo esto ». En marzo de 2019, la ira se reavivó, « de una manera más constructiva », durante el documental de la HBO sobre Michael Jackson, que sacaba a la luz testimonios demoledores acusando al cantante de pederastia, poniendo bajo los focos un mecanismo de control sobre sus víctimas.
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