¿Qué representa Mediapart?

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He ahí la cuestión que nos planteamos después de estas disparatadas semanas de maniobras políticas y mediáticas en contra de nuestro diario. Estas líneas no pretenden más que tratar de ofrecer una respuesta, mientras Manuel Valls reclama que se nos excluya del debate público. En esta trama, Mediapart sólo es un síntoma: el de un país que sigue sin tener clara ni su cultura democrática ni su identidad plural.

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En desplazamiento en el sudeste de Asia durante las dos últimas semanas, he asistido en la distancia, incrédulo y estupefacto, a esta increíble espiral que un equipo soldado en las pruebas ha hecho frente con valentía. Cuando dejé París, el lunes 6 de noviembre, creía haber aclarado los puntos necesarios, la víspera, en dos emisiones de televisión, en la de Mouloud Achour en Canal Plus (ver aquí) y la de Apolline de Malherbe en BFM TV (ver aquí). La impensable sospecha de que Mediapart habría estado al tanto de las acusaciones de agresión sexual vertidas sobre Tariq Ramadan, pese a lo cual las habría ocultado a sus lectores, a sabiendas, empezaban entonces a circular, sin otro fundamento que no fuese la malicia o, incluso, la calumnia.