Censura Bettencourt : una justicia injusta

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Nunca antes, en la historia democrática de la prensa francesa, un juez había censurado un medio como ha censurado las publicaciones de Mediapart. Si acatamos esta decisión de la Justicia es para probar y combatir la injusticia.

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El caso Bettencourt es de dominio público desde hace más de tres años. Las primeras pruebas fueron las grabaciones realizadas por el mayordomo de la multimillionaria, que serían más tarde aceptadas como pruebas por el Tribunal de Casación. Los numerosos delitos que dichas grabaciones han permitido desvelar les proporcionan legitimidad judicial, a pesar del atentado contra la intimidad cometido para su obtención. El autor de las grabaciones, Pascal Bonnefoy, no ha sacado, en ningún momento, beneficio alguno de ellas. Tampoco ha dejado de repetir –la última vez el pasado mes de junio, en Vanity Fair–  que no las hizo movido por interés oculto ninguno. « Quise saber lo que se estaba urdiendo. Para proteger a la señora de los que la manipulaban y, al mismo tiempo, para protegerme yo ».

Estos hechos de interés público permitieron que se llevase a cabo en Burdeos la instrucción judicial en la que resultó imputado un expresidente de la República, Nicolás Sarkozy, y un exministro de Hacienda (posteriormente responsable de la cartera de Trabajo), Éric Woerth, extesorero nacional del partido en esa época en el gobierno. Sin embargo, el protagonista de este folletín judicial es el exgestor personal de la fortuna de Liliane Bettencourt, Patrice de Maistre, imputado –qué cosas– por abuso de autoridad, blanqueo, estafa, complicidad y encubrimiento de ese delito y tráfico de influencias.

Baste este simple recordatorio para poner de relieve el alcance de la censura ordenada por tres magistrados del Tribunal de Apelación de Versalles contra Mediapart, a estas alturas una realidad, después de que Patrice de Maistre nos haya obligado a ejecutar la sentencia, so pena de una multa de 10 000 euros diarios por cualquier mención que realizada con relación a las cintas. Nos encontramos ante una decisión tan aberrante que el tutor legal de Liliane Bettencourt, y por ende su familia, ni tan siquiera ha reclamado que se nos notifique su ejecución. Es cierto que, desde el verano de 2010, el escenario es bien distinto. Los que interpusieron la demanda contra Mediapart, en nombre de la multimillonaria, ya no están en su entorno, han sido apartados de ella, sospechosos de « manipular », tal y como señaló Pascal Bonnefoy, a una señora de edad avanzada que, según los últimos exámenes periciales, ya no estaba en posesión de sus facultades mentales.