El pasado otoño, el mundo entero fue conquistado por una serie de movimientos de protesta que, compartiendo una cólera democrática, consiguieron enlazar situaciones específicas de cada país, desde Chile hasta Hong Kong, pasando por Líbano. A medida que la mayoría de los países sale de un largo período de confinamiento impuesto por la pandemia de Covid-19, que impidió toda concentración, una protesta universal emerge de nuevo. Esta vez fue provocada por el asesinato del afroamericano George Floyd a manos de un oficial de policía el lunes 25 de mayo en Estados Unidos.
Está suscrito?
Iniciar la sesión
No está registrado?
Registrarse
Elija una oferta de suscripción para leer todo Mediapart.
Registrarse