Cinco días después de la polémica elección de la Asamblea Constituyente obtenida por el presidente venezolano, Nicolás Maduro, los 545 diputados que la componen ocuparon sus escaños por primera vez el pasado viernes 4 de agosto, en un clima de alta tensión. La oposición, que considera la nueva Asamblea Constituyente como un “fraude” y como un medio más de Nicolás Maduro para imponer su poder, convocó nuevas manifestaciones. Por ahora, no se conoce, por ejemplo, la extensión de los poderes de esta asamblea. Según las autoridades, está dotada de un “súper poder”, es decir, se sitúa por encima de la actual Asamblea Nacional. Su capacidad para disolver las instituciones como el Parlamento o el Ministerio Público, por el momento en manos de la oposición, no es clara. Mientras que Estados Unidos y la Unión Europea se niegan a reconocer la legitimidad de esta asamblea, los países de América Latina se dividen entre detractores virulentos, críticos prudentes y adeptos incondicionales. Más que la situación de Venezuela, es el debate político interno, estancado en la mayoría de los casos, lo que alimenta estas tomas de posición, como explica en este entrevista el politólogo Mauricio Santoro, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad del Estado de Río de Janeiro.
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