Siria: la culpa de François Hollande

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Pase lo que pase con la cuestión siria, la postura de Hollande será recordada como un punto de inflexión del que es necesario tomar buena nota. El presidente francés, que tenía intención de decidir él solo ir a la guerra, le ha dado la espalda con su actitud a los dos desafíos a los que debía hacer frente tras la alerta que supuso el “sarkozysmo”: la refundación democrática de nuestra República y la nueva relación con el mundo.

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Desde luego, se trata de una utopía, pero de las que lejos de desorientar marcan un horizonte de esperanza. Escrita en 1795, bajo el influjo revolucionario francés, en el siglo de las luces, Sobre la paz perpetua, del filósofo Emmanuel Kant, supone el primer y decisivo intento por concebir un « derecho internacional », basado en « una federación de Estados libres », y « un derecho cosmopolita » que debían alumbrar las « condiciones de una hospitalidad universal ». Dicho de otro modo, fundar un derecho a la humanidad, entendido como un todo cuyas partes son solidarias, interdependientes e indisociables, derecho que está por encima de las naciones y de la soberanía nacional, y en particular de sus entusiasmos egoístas y su ardor guerrero. No es casual que se trate también del primer texto filosófico que teoriza sobre la noción de « publicidad », esa exigencia de una información libre y generalizada de los ciudadanos sobre los actos de sus gobernantes, para que puedan controlarlos mediante la vitalidad de un espacio público democrático.